Apartarse de la realidad. Tratar de interpretar la existencia desde la intuición y el deseo. Vivir el momento presente, intentar atrapar el silencio entre tanto ruido, dejarse llevar por sensaciones y emociones que inquietan, por la calma o la furia, amarrar el acto pictórico a la música y mezclar forma y color siguiendo el ritmo de los paisajes interiores que crean las diferentes melodías.
En cualquier caso negar, incluso aborrecer, lo obvio, imaginar y plasmar mundos personales y concretos nacidos de una actitud anárquica que adquiere su por qué en el ansia de escapar de la tristeza cotidiana y del horror ante el lado más oscuro y siniestro de la naturaleza humana, en la necesidad de soltar lastres, de asesinar los fantasmas que aturden y paralizan y tratar de reinterpretar lo real sin el peso del dogma y de todo lo absurdamente asumido como cierto.